DeepL: la nueva herramienta de traducción automática que hace sombra a Google Translator

Los avances de la inteligencia artificial y su aplicación al campo de la traducción automática no dejan de sorprendernos. Aunque tendemos a fijarnos en los fallos que presentan, la verdad es que se van obteniendo cada vez mejores resultados. Al principio, los softwares utilizados se conformaban con sustituir una palabra por otra, sin tomar en cuenta el contexto. Este sistema solo era válido para buscar vocabulario o frases muy cortas, sin tomar en cuenta las estructuras sintácticas ni la gramática. El verdadero salto cualitativo fue en 2014, cuando la Universidad de Montreal consiguió que un esquema abriera a la traducción automática*** la puerta del deep learning. Este último utiliza los avances de la neurociencia y aprovecha redes de neuronas artificiales a la par que algoritmos para mejorar los distintos ámbitos de la inteligencia artificial. Hasta el día de hoy, nadie había podido rivalizar con el gigante multidisciplinar Google cuyo sistema se basa en el corpus multilingüe que alimenta a diario.
El 29 de agosto de 2017, una empresa europea, DeepL, sacó a la luz una nueva herramienta de traducción automática. Aunque su nombre sea desconocido, se esconde detrás el famoso diccionario en línea, Linguee. Linguee proporciona al usuario varios pares de traducciones encontradas en Internet, sacadas de un corpus de documentos publicados en la web. También permite consultar la fuente en la que la encontró, para mayor confianza del usuario. La inmensa base de datos de este motor de búsqueda de traducciones, alimentada por fuentes fidedignas como la de la Unión Europea, sirve de base para que el nuevo traductor automático se entrene y aprenda. Los resultados son espectaculares en muchos ámbitos: documentación técnica, artículos de prensa, análisis deportivos…
¿Qué se esconde detrás de tan buenos resultados?
Por razones estratégicas, la empresa no quiso revelar su secreto, pero sería lógico que su éxito tuviera mucho que ver con dos factores que exponemos a continuación:
En primer lugar, se entiende que una de las claves del éxito de un traductor automático es la calidad de las traducciones que lo alimenta. Además, esta filosofía es la línea de actuación y la clave del éxito de la sociedad madre, Linguee. Antes de incorporar cualquier texto en su base de datos, este tiene que obtener una puntuación mínima en su algoritmo, validado de antemano por un ser humano. Frente a la cantidad de datos manipulada por el gigante Google, que posee, dicho sea de paso, más de un millón de servidores y centros de datos en el mundo, DeepL prefiere la calidad.
En segundo lugar, la aplicación del nuevo paradigma de las redes neuronales o deep learning ha permitido un notable avance. Es muy probable que los programadores de dicho traductor automático hayan utilizado, optimizado y personalizado un paradigma de aprendizaje basado en una de las redes neuronales existentes.
Aun así, sigue siendo fácil engañar a un traductor automático. Sus competencias al traducir frases largas, textos de índole literaria, comercial, o cualquier texto que implique conocimientos culturales siguen siendo muy limitadas.
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Josh Gambín es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia y en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada. Ha desarrollado diversas funciones como gestor de proyectos, maquetador, y traductor freelance y en plantilla. Desde 2002 es socio fundador de AbroadLink y actualmente desarrolla el cargo de Director de Ventas y Marketing.
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