Cómo distinguir a un traductor profesional

La traducción es una actividad que se presta con facilidad al intrusismo profesional, al fin y al cabo cualquier persona con un ordenador y conocimientos de un segundo idioma extranjero puede traducir. Sin embargo, hay personas que tienen formación académica en traducción y se ganan la vida traduciendo, dedicándose por completo a esta actividad. No es menos cierto que hay personas que por las circunstancias de su vida tienen las cualidades perfectas para ser grandes traductores aunque no por ello se dediquen profesionalmente a la traducción. También existe lo que yo llamaría traductores forzosos, me refiero a aquellas personas con conocimientos de idiomas que, aun no teniendo formación específica en traducción, se ven empujados en sus empresas a hacer la labor de traductores por cuestiones de agilidad en la gestión y reducción de costes, algo que encontramos muy a menudo en la PYME.
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Inhaltsverzeichnis
Indice dei contenuti
- Tienen una alta compresión del idioma extranjero y de aspectos de su cultura
- Utilizan programas de asistencia a la traducción: SDL Studio, memoQ, WordFast…
- Tienen formación en traducción
- Traducen únicamente a su lengua nativa
- No son expertos en todo
- Preguntan si no entienden el texto original
- Son miembros de alguna asociación profesional de traducción
- No son los más baratos
- Conocen los aspectos formales de la escritura
Dicho todo esto, me gustaría enumerar una serie de características que genéricamente encuentro en los profesionales de la traducción y que nos pueden servir para apartar el grano de la paja y no acabar en las manos de intrusos no profesionales. Finalmente, señalar que el que un traductor no cumpla con algunas de estas descripciones no va a significar que no sea un buen profesional de la traducción. Las siguientes características son una orientación, no más.
Muchas de estas características son extrapolables a la empresa de traducción (o agencia de traducción).
Tienen una alta compresión del idioma extranjero y de aspectos de su cultura
Esto parece una obviedad, pero es importante tenerlo en cuenta y debe ser uno de los aspectos más importantes a evaluar. No se puede ser un buen traductor y considerarse profesional sin haber alcanzado un alto nivel de compresión de textos escritos, al menos de aquel tipo de textos que se vayan a traducir. Por esta razón, aquellas personas que desarrollan gran parte de su vida laboral o académica en un país extranjero cumplen normalmente con este requisito indispensable y los equipa con la primera herramienta para poder ser un buen traductor profesional.
Utilizan programas de asistencia a la traducción: SDL Studio, memoQ, WordFast…
En especial en el ámbito de la traducción técnica, los traductores profesionales manejan programas de traducción asistida (o TAO, traducción asistida por ordenador), que se conocen en el argot profesional como memorias de traducción. Dichos programas tienen dos funciones principales: 1) extraer el texto de múltiples formatos (como MS Word, MS PowerPoint, Adobe InDesign, archivos xml o HTML y un largo etcétera). De esta manera los traductores pueden trabajar con formatos muy diversos en una interfaz única; 2) crear una base de datos (o memoria de traducción) con todas los traducciones realizadas por el traductor con funciones para agilizar el trabajo de traducción (por ejemplo, se puede buscar un término para ver si ya se tradujo anteriormente).
A continuación muestro una captura de pantalla de SDL Studio, que es el programa de traducción asistida con mayor cuota de mercado entre los traductores profesionales.
Como comentaba, el uso de estos programas es especialmente útil en el caso de la traducción técnica, donde a menudo el texto se repite y se parece, aunque también es útil en otros campos para recuperar terminología que ya se tradujo en el pasado.
No obstante, en el campo de traducción literaria el uso de estos programas puede ser contraproducente, por lo que en los traductores literarios lo normal es no hacer uso de estas herramientas. También me he encontrado con buenos traductores jurados especializados en la traducción de documentos legales que tampoco hacen uso de este tipo de programas.
Tienen formación en traducción
En la actualidad existen muchos países (España, Alemania, Francia, Italia, Austria… por citar unos pocos) donde se puede estudiar traducción a nivel universitario. Los estudios de traducción abarcan el estudio de lenguas extranjeras, de su cultura, de asignaturas relacionadas con la lengua y la gramática así como asignaturas de especialización en el ámbito técnico o jurídico. También existen diversos programas de postgrado orientados a campos de especialización, como puede ser la traducción médica o audiovisual.
Desgraciadamente, y hablo sobre todo en el caso de los estudios universitarios en España que son los que conozco de primera mano, los estudios superiores en traducción no son sinónimo de ser un traductor profesional. Todavía existen muchos docentes en la Universidad española alejados del mundo laboral de la traducción, por lo que no se tiene la visión ni la experiencia para dar una formación orientada a la “vida real”. En segundo lugar, y este es el aspecto más importante, el aprendizaje del idioma extranjero hasta un nivel aceptable para poder ser un buen traductor profesional se deja en manos de los estudiantes. Es muy difícil alcanzar un alto dominio de un idioma extranjero sin haber estado inmerso en la cultura y el idioma por un tiempo significativo.
En todo caso, la formación en traducción está muy avanzada y es un complemento importante para conseguir los mejores resultados profesionales, siendo una carencia que a veces encontramos en traductores que tienen un gran conocimiento del idioma y de un campo de especialización.
Traducen únicamente a su lengua nativa
Desde mi punto de vista, considero una característica de la profesionalidad de un traductor el hecho de que solo traduzca a su idioma nativo. Este es un principio que a muchos traductores nos enseñaron en las facultades de traducción y que creo que en la gran mayoría de los casos es fundamental seguir si se quieren obtener los mejores resultados. Dicho esto, estoy seguro, y conozco algunas excepciones, de personas con tal conocimiento de un idioma extranjero que son perfectamente capaces de crear traducciones al alcance de pocos nativos, pero recalco, son más las excepciones que la regla.
De vez en cuando recibimos en nuestra empresa los currículos de traductores que se ofertan en 20 combinaciones de idiomas. Esto se suele señalar de esta manera: inglés<>español<>italiano<>portugués<>alemán. Imagino que la mayoría de nosotros conocemos personas que tienen un alto dominio de cinco idiomas, pero llegar a conseguir producir textos de estándares de calidad profesional está al alcance de muy pocas personas, y yo personalmente no conozco ninguna, aunque no quiero decir que no sea posible. Mi consejo es huir de aquellos traductores que se ofrecen en tantas combinaciones de idiomas.
No son expertos en todo
Recuerdo que durante mis años en la facultad de traducción de Granada, un odiado y admirado profesor de traducción científico-técnica, Ricardo Muñoz, nos vaticinaba: “El mercado te especializa”. Soy licenciado de Ciencias Biológicas en la especialidad de Bioquímica y puedo decir que mi mayor campo de especialización es la odontología, mi primer trabajo en plantilla lo conseguí pasando un prueba de traducción de un texto sobre composites (el material procedente del petróleo que ha sustituido al oro y a la amalgama de plata en las restauraciones dentales).
Con mi ejemplo personal quiero decir que los traductores profesionales pueden saber de cualquier tema, pero NO de todos los temas y que, cuando se acumulan años de experiencia, lo que tiene sentido es enfocarse a un tipo de traducciones, porque se conseguirán los mejores resultados de traducción y que la traducción sea una actividad lucrativa para el traductor.
Mi consejo a aquellos que busquen un traductor profesional es que huyan de aquellos traductores que son especialistas en todo y, para los traductores que promocionen sus servicios, que destaquen los campos de especialización en los que tengan más experiencia y conocimiento.
En nuestra empresa, pedimos a los traductores que se registren utilizando un formulario de alta. En uno de los pasos del formulario se les pide a los traductores que indiquen sus campos de especialización. En muchas ocasiones, nos encontramos con traductores que indican que son especialistas, en virtualmente, todos los campos. Si pensamos que un médico cardiólogo desconoce muchos de los conocimientos y vocabulario que un neurólogo o un médico estomatólogo dominan, ¡¿qué no podemos pensar de un traductor que dice ser especialista en todo?! Cuando alguien dice que sabe de todo, nos está diciendo que no está especializado en nada.
Preguntan si no entienden el texto original
Enlazando con el apartado anterior, donde afirmaba que un traductor no puede ser experto en todos los campos, también podemos decir que un traductor raramente va a saber más que el autor de texto o a conocer la terminología y los productos de una empresa que la propia empresa. Muchos traductores tienen miedo de preguntar a los clientes sobre términos o frases que no entienden, ante la posibilidad, no infundada, de que el cliente interprete que no tienen un buen dominio del idioma o del campo de especialización.
En mi experiencia como gestor de proyectos, los mejores traductores son aquellos que no tienen problemas en mostrar una falta de conocimientos con el objetivo de conseguir la mejor traducción posible. En muchos casos, estos traductores ponen al descubierto errores en el original que como clientes siempre debemos agradecer.
Son miembros de alguna asociación profesional de traducción
Aunque es obvio que el pertenecer a una asociación profesional del sector de la traducción (ATA, ITI, Asetrad, SFT…) no convierte a nadie en un buen traductor profesional, es una práctica extendida entre traductores profesionales el pertenecer a alguna asociación del sector.
La membresía en alguna asociación profesional de traducción es una buena forma de recibir información con novedades técnicas y oportunidades de trabajo. También es una forma útil para los traductores de ofrecer una imagen profesional. Además, la mayoría de asociaciones ofrece a sus asociados la inclusión en un directorio donde los clientes pueden ponerse en contacto para contratar sus servicios. Algunas asociaciones, como el caso de la ATA (Asociación Americana de Traductores) ofrecen a sus miembros la posibilidad de hacer un examen de traducción y conseguir un certificado que avale su competencia traductora, lo que supone una garantía relevante cuando contratamos a un traductor.
No son los más baratos
No cabe duda de que los servicios de traducción no son baratos. Es común ver caras de sorpresa al conocer el coste de una traducción profesional entre aquellos que contratan este tipo de servicios por primera vez.
Hay quien todavía piensa ingenuamente que puede traducir los materiales publicitarios de su empresa o los manuales de sus productos a través de un traductor automático, como, por ejemplo, el traductor de Google gratuito. Lo cierto es que aunque nos podemos ver tentados de irnos por la opción más económica, es importante valorar cuánto más económico, y sospechar cuando sea, por decir una cifra, la mitad más barato. No hay duros a cuatro pesetas, o mejor dicho, no hay euros a 80 céntimos. Ser un buen traductor exige una inversión en tecnología, una formación especializada (universitaria o no) y una alto grado de conocimiento de al menos dos idiomas y de uno o varios campos de especialización. Se necesitan años y dedicación para conseguir ser un buen traductor profesional.
Muchos clientes se ven tentados a aceptar los presupuestos más baratos, generalmente por falta de experiencia y/o de medios para valorar la calidad de la traducción. No existe la traducción perfecta, siendo relativamente fácil encontrar aspectos mejorables hasta en las traducciones de los mejores y más experimentados traductores, pero entre la perfección y el desastre hay un largo recorrido. Estoy seguro que de existir más herramientas y medios para valorar la calidad de las traducciones, se cotizarían aún más el trabajo de los buenos traductores. En la actualidad es imposible para muchos consumidores de traducciones distinguir entre una traducción hecha por el traductor automático de Google y el mejor de los traductores profesionales, por lo que es fácil entender que se opte muchas veces por el presupuesto más barato.
Conocen los aspectos formales de la escritura
Si en nuestra comunicación con el traductor al que queremos contratar sus servicios de traducción encontramos descuidos en aspectos formales de la escritura, como reglas de acentuación, ortografía o puntación, debemos desconfiar de la profesionalidad del traductor. Parte de las competencias de un traductor profesional es la capacidad de producir textos implacables desde el aspecto formal.
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Josh Gambín es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia y en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada. Ha desarrollado diversas funciones como gestor de proyectos, maquetador, y traductor freelance y en plantilla. Desde 2002 es socio fundador de AbroadLink y actualmente desarrolla el cargo de Director de Ventas y Marketing.
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